La verdad es que mi vida no había tenido mayor inconveniente hasta octavo, este año casi me lo tiro y en el fue cuando por primera vez le lloré a un profesor, porque mi director de grupo se había ido de paseo a Europa y como yo no le caía muy bien antes de irse nos bajo normalización (una interesante mezcla entre la conducta y aplicación que los demás colegios manejaban) a mi amigo Juan Carlos Moncayo y a mí y nos toco chillarle en vano a Martha Ligia la coordinadora de grado porque efectivamente nos termino dejando la normalización en 9.0.
El tema de la normalización no era ella misma en sí, era que si nos bajaban normalización se dañaba el plan que en el momento de la graduación llena de tradición como lo mandaba un colegio con 400 años de historia, nosotros no seríamos laureados con la beca bartolina; un trapito con el que algunos seguramente pueden llegar a lustrar sus zapatos, pero que la mayoría llevamos en el corazón con sus bandas azul, roja y azul.
Igual lo logre, me gradue, me puse la beca y me dieron mi medalla de estudios completos de la Compañía de Jesús; la verdad me la merecía porque hasta me había amañado un año más en el colegio. Luego de casí ser scout, casi ser de infancia misionera, habiendo sido clavista del grupo andino y un vicepresidente casi presidente del periodico El Bartolino (el tema fue que un "amigo" me robo la presidencia e igualmente el liderazgo lo ejercí yo durante todo el último año en el colegio).
En los últimos 3 años en el colegio aprendí lo que no he aprendido en el resto de mi vida, es triste ver que no lo pongo en práctica, porque fue cuando repetí décimo que aprendí a estudiar, me volví un lider y obtuve espiritualidad por parte de mi inclusión en CVX. De allí brotó una vocación sacerdotal que me llevó hasta a leer un evangelio en la misa de mis ejercicios espirituales pero que al final quedó en el olvido.
Hubo un intento por encontrar un alma con quien compartir ese fragmento de vida, una niña realmente preciosa, venía siendo una prima como en tercer grado; pero a la intervención de mi abuela y debido también a mi poca necesidad de una compañía femenina al lado, se dejo en el olvido.
Me gradué y bien, luego el trabajo, la vagancia, la irresponsabilidad me irían a separar de la academía...
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