lunes, 5 de mayo de 2008

Cuarto 'e siglo: un pibe triste y encantado de Beatles, antioqueño y maravillas (Parte III)

Heme ahí, tal vez el más prometedor de los 4 ñoños del Colegio Santa Cecilia; ahora era uno más de todos los ñoños de Bogotá en el Mayor de San Bartolomé. Dicha época me sirvió más para saber de qué estaba hecho, aún más cuando tuve que enfrentar mis mayores retos...



La verdad es que mi vida no había tenido mayor inconveniente hasta octavo, este año casi me lo tiro y en el fue cuando por primera vez le lloré a un profesor, porque mi director de grupo se había ido de paseo a Europa y como yo no le caía muy bien antes de irse nos bajo normalización (una interesante mezcla entre la conducta y aplicación que los demás colegios manejaban) a mi amigo Juan Carlos Moncayo y a mí y nos toco chillarle en vano a Martha Ligia la coordinadora de grado porque efectivamente nos termino dejando la normalización en 9.0.

El tema de la normalización no era ella misma en sí, era que si nos bajaban normalización se dañaba el plan que en el momento de la graduación llena de tradición como lo mandaba un colegio con 400 años de historia, nosotros no seríamos laureados con la beca bartolina; un trapito con el que algunos seguramente pueden llegar a lustrar sus zapatos, pero que la mayoría llevamos en el corazón con sus bandas azul, roja y azul.

Igual lo logre, me gradue, me puse la beca y me dieron mi medalla de estudios completos de la Compañía de Jesús; la verdad me la merecía porque hasta me había amañado un año más en el colegio. Luego de casí ser scout, casi ser de infancia misionera, habiendo sido clavista del grupo andino y un vicepresidente casi presidente del periodico El Bartolino (el tema fue que un "amigo" me robo la presidencia e igualmente el liderazgo lo ejercí yo durante todo el último año en el colegio).

En los últimos 3 años en el colegio aprendí lo que no he aprendido en el resto de mi vida, es triste ver que no lo pongo en práctica, porque fue cuando repetí décimo que aprendí a estudiar, me volví un lider y obtuve espiritualidad por parte de mi inclusión en CVX. De allí brotó una vocación sacerdotal que me llevó hasta a leer un evangelio en la misa de mis ejercicios espirituales pero que al final quedó en el olvido.

Hubo un intento por encontrar un alma con quien compartir ese fragmento de vida, una niña realmente preciosa, venía siendo una prima como en tercer grado; pero a la intervención de mi abuela y debido también a mi poca necesidad de una compañía femenina al lado, se dejo en el olvido.

Me gradué y bien, luego el trabajo, la vagancia, la irresponsabilidad me irían a separar de la academía...

Cuarto 'e siglo: un pibe triste y encantado de Beatles, antioqueño y maravillas (Parte II)

Bueno y me hice hincha del más veces campeón y la verdad en los 5 años siguientes no iba a pasar nada más emocionante en mi primaria que el apagón pegando timbres, los paracaidas con muñecos de los superamigos (lease Liga de la justicia para los más jóvenes) y el apogeo del rock en español.

Por aquella época este niño consentido entraba al kindergarden, casí que no puede... (ahora entiendo mi constante lucha con la academía) y entablaba contacto con quien en la actualidad es su más viejo amigo, bueno el más viejo de edad es Oscar, de quien ya hablaré; Carlos Caimán con quien tenemos la habilidad mutua de sacarnos el mal genio cuando no lo proponemos, los dos melómanos y amantes de los sonidos británicos pero cada uno a su estilo.

La verdad me es muy triste no tener fotos de esta época de primaria y de hecho no tengo mayores recuerdos que las épocas de apagón, los partidos de futbol, beisbol y micro en el parque de la Sevillana (un parque cercano al reconocido sitio de la autopista sur con avenida Boyacá) y ser el ñoño de cuarto y quinto.

Por esa época junto con mi amistad con Carlos me hice "amigo" de Juan Manuel Murillo, una persona especial que luego se perdió pero a su vez fue el motivo de mi futura amistad con Jose Luis Tellez Cuartas... ya que Caimán, otro amigaso Buitrago, Murillo y yo a mediados de esa década nos ibamos a preciar de ser el equipo del Colegio Santa Cecilia en llegar al glorioso claustro Colegio Mayor de San Bartolomé.

Maravillado por el super uniforme que iba a usar mis próximos 7 años de vida, sin saber los grandes momentos que iba a vivir, los grandes amigos que iba a hacer y que yo iba a ser el único de ese equipo en lograr la graduación aunque un año despúes de lo que estaba planeado; estaba yo enfrentandome a una de las mejores instituciones educativas de latinoamerica. (la familia y el colegio de barrio, estarían orgullosos en el futuro al saber que también mi hermana lograba la graduación y con mayores méritos).


Ya gracias a mi tío y gran sensei Beto y a Murillo llegaban a mí los 4 fabulosos, a través del LP Beatles Ballads que luego de un cambio de casa mi tío decidio regalarme y guardo como uno de mis mejores tesoros y empezaba mi admiración por un loco que habian matado un par de años antes a mi nacimiento.


Más tarde les escribiré sobre los primeros problemas académicos, como hice mis mejores amigos, los primeros amores, la olvidada vocación sacerdotal... en fin me faltan unos 14 años todavía...

Cuarto 'e siglo: un pibe triste y encantado de Beatles, antioqueño y maravillas (Parte I)

Según cuentan las malas lenguas en el medio día de un miércoles 4 de mayo, en 1983 en la clínica David Restrepo de la ciudad de Bogotá; nacía este soñador, inteligente, irresponsable e inconstante individuo. El país se recuperaba de un terremoto en Popayán, bajo el mandato de el presidente poeta Belisario Betancourt y apenas veía nacer una narcodemocracia mientras el mundo se encontraba en plena guerra fria con Tacher y su cortina de hierro y el presidente venido de Hollywood Ronald Reagan.

Por ese entonces, mientras el Atlético Nacional se hacía a uno de sus primeros títulos (probablemente de la mano de Pablo Escobar) y el viejo Willy hacia soñar a grandes y chicos con su futbol en el América de Cali y en la selección Colombia que empataba con Perú en la Copa América; mi padre se emocionaba pues en ese año Coldeportes y la Federación Nacional de Cafeteros (para los jóvenes Juan Valdez) habían hecho el esfuerzo de llevar el primer equipo colombiano de ciclismo a la prueba reina Le Tour de France y todos los colombianos soñaban con las hazañas de Martin Ramirez, Fabio Parra y el jardinerito Lucho Herrera.


Mi núcleo familiar constituido por la familia Castañeda se beneficiaba de del apogeo económico que nos iba a traer el narcotrafico hasta que por alla en los 90's a un señor liberal se le ocurriera arrodillarse ante el mundo a finales de la guerra fria para lograr un alto cargo en la OEA, pero bueno no eramos traquetos; simplemente aprovechando el emprendimiento de la familia de mi abuela todos eran exitosos comerciantes en los articulos de cuero y mi abuelo acentaba algo que para mi le salvo la vida, su pensión en la Ericsson de Colombia (una compañía sueca de telefoniá que ahora conocemos como Sony Ericsson, en tiempos cuando no existia Nokia; Ericsson lideraba junto con Motorola y Bell de Estados Unidos).

Así mismo mi familia paterna, la Rodríguez; también lo hacia de manera diferente pues mi abuelo ya disfrutaba de su pensión de la Compañía Fosforera Colombiana mientras los hombres de la familia se dedicaban al comercio individual en áreas como la bicicleteria y las artes gráficas. Cabe resaltar para los que no saben que en esos tiempos todavía se podía pensar en pensionarse y tener una micro empresa rentable, todo esto acompañado de una merecida pero nunca capitalisada acción en Bavaria que luego yo vendría a heredar en una menor medida a la que heredaron mis primos.

Yo sé que mientras mi tio Omar Rodríguez adoraba el poder conservador en representación de Belisario y añoraba con una pequeña hegemonia de parte del gran sabio Alvaro Gómez Hurtado, el resto de mis familias extrañaba al presidente con nombre de emperador Julio Cesar Turbay y esperaba la llegada del presidente con nombre de pensador (como que era solo nombre) Virgilio Barco. La verdad solo sé que a mi me llego la información que por allá en 1985 a este presidente poeta, se el ocurrió la gran idea que nuestro país no estaba preparado para organizar un mundial de futbol y fue cuando en centroamérica se organizo el épico México 86.

Todo esto pasaba, los Ochoa, los Rodríguez, Pablo Escobar, Rodríguez Gacha y el mismo Carlos Lehder miraban como se dividían el país con los Santos, Cano, López, Lleras y Gómez y yo iba creciendo en una época llena de progreso y obviamente Binomio de Oro, Diomedes Diaz, Wilfrido Vargas y Chicas del Can; ni sabia de la existencia de Inxs, U2, Cindy Lauper pero medio veía a Michael Jackson y a Madonna. Para mis amigos y familiares de menos de 23 años: ahí nació la Pelota de Letras que estoy seguro que ustedes nunca llegaron a hacer netamente suya y solo reían sin saber que realmente nunca llegaron a jugar con una de ellas.

Erase 1987 Lucho acababa de ganar la Vuelta España mientras mi hermana daba a luz y sé que gracias a un señor llamado Gonzalo Rodríguez Gacha, el equipo más grande de Colombia había recuperado su papel en el futbol latinoamericano, si, lo había hecho con esa ayuda, pero a su vez el equipo de Cali y el de Medellín pasaban situaciones iguales y de esta manera fue que también uno de esos equipos logró su único y más preciado trofeo en el futbol latinoamericano mientras yo me preparaba para 20 años de sufrimiento elegidos a traves de un elemento inconcente conocido con los nombres de cachuca o gorra.

Es así como recuerdo como si fuera ayer el momento en que un señor que hacia estos artículos y sin importarle que mis tíos parternos seguían al primer club del futbol profesional colombiano, me regalo una gorra de esas de lona que se usaban del que para mí se convertiría en el equipo de mi vida el Club Deportivo Los Millonarios (no se porque diablos no tengo fotos, no conservo dicha gorra ni el uniforme Colombiana del 88 que luego mi padre me regalaria en mi 5to cumpleaños).

Continuará (me faltan 20 años)...