Según cuentan las malas lenguas en el medio día de un miércoles 4 de mayo, en 1983 en la clínica David Restrepo de la ciudad de Bogotá; nacía este soñador, inteligente, irresponsable e inconstante individuo. El país se recuperaba de un terremoto en Popayán, bajo el mandato de el presidente poeta Belisario Betancourt y apenas veía nacer una narcodemocracia mientras el mundo se encontraba en plena guerra fria con Tacher y su cortina de hierro y el presidente venido de Hollywood Ronald Reagan.

Por ese entonces, mientras el Atlético Nacional se hacía a uno de sus primeros títulos (probablemente de la mano de Pablo Escobar) y el viejo Willy hacia soñar a grandes y chicos con su futbol en el América de Cali y en la selección Colombia que empataba con Perú en la Copa América; mi padre se emocionaba pues en ese año Coldeportes y la Federación Nacional de Cafeteros (para los jóvenes Juan Valdez) habían hecho el esfuerzo de llevar el primer equipo colombiano de ciclismo a la prueba reina Le Tour de France y todos los colombianos soñaban con las hazañas de Martin Ramirez, Fabio Parra y el jardinerito Lucho Herrera.

Mi núcleo familiar constituido por la familia Castañeda se beneficiaba de del apogeo económico que nos iba a traer el narcotrafico hasta que por alla en los 90's a un señor liberal se le ocurriera arrodillarse ante el mundo a finales de la guerra fria para lograr un alto cargo en la OEA, pero bueno no eramos traquetos; simplemente aprovechando el emprendimiento de la familia de mi abuela todos eran exitosos comerciantes en los articulos de cuero y mi abuelo acentaba algo que para mi le salvo la vida, su pensión en la Ericsson de Colombia (una compañía sueca de telefoniá que ahora conocemos como Sony Ericsson, en tiempos cuando no existia Nokia; Ericsson lideraba junto con Motorola y Bell de Estados Unidos).
Así mismo mi familia paterna, la Rodríguez; también lo hacia de manera diferente pues mi abuelo ya disfrutaba de su pensión de la Compañía Fosforera Colombiana mientras los hombres de la familia se dedicaban al comercio individual en áreas como la bicicleteria y las artes gráficas. Cabe resaltar para los que no saben que en esos tiempos todavía se podía pensar en pensionarse y tener una micro empresa rentable, todo esto acompañado de una merecida pero nunca capitalisada acción en Bavaria que luego yo vendría a heredar en una menor medida a la que heredaron mis primos.
Yo sé que mientras mi tio Omar Rodríguez adoraba el poder conservador en representación de Belisario y añoraba con una pequeña hegemonia de parte del gran sabio Alvaro Gómez Hurtado, el resto de mis familias extrañaba al presidente con nombre de emperador Julio Cesar Turbay y esperaba la llegada del presidente con nombre de pensador (como que era solo nombre) Virgilio Barco. La verdad solo sé que a mi me llego la información que por allá en 1985 a este presidente poeta, se el ocurrió la gran idea que nuestro país no estaba preparado para organizar un mundial de futbol y fue cuando en centroamérica se organizo el épico México 86.

Todo esto pasaba, los Ochoa, los Rodríguez, Pablo Escobar, Rodríguez Gacha y el mismo Carlos Lehder miraban como se dividían el país con los Santos, Cano, López, Lleras y Gómez y yo iba creciendo en una época llena de progreso y obviamente Binomio de Oro, Diomedes Diaz, Wilfrido Vargas y Chicas del Can; ni sabia de la existencia de Inxs, U2, Cindy Lauper pero medio veía a Michael Jackson y a Madonna. Para mis amigos y familiares de menos de 23 años: ahí nació la Pelota de Letras que estoy seguro que ustedes nunca llegaron a hacer netamente suya y solo reían sin saber que realmente nunca llegaron a jugar con una de ellas.
Erase 1987 Lucho acababa de ganar la Vuelta España mientras mi hermana daba a luz y sé que gracias a un señor llamado Gonzalo Rodríguez Gacha, el equipo más grande de Colombia había recuperado su papel en el futbol latinoamericano, si, lo había hecho con esa ayuda, pero a su vez el equipo de Cali y el de Medellín pasaban situaciones iguales y de esta manera fue que también uno de esos equipos logró su único y más preciado trofeo en el futbol latinoamericano mientras yo me preparaba para 20 años de sufrimiento elegidos a traves de un elemento inconcente conocido con los nombres de cachuca o gorra.
Es así como recuerdo como si fuera ayer el momento en que un señor que hacia estos artículos y sin importarle que mis tíos parternos seguían al primer club del futbol profesional colombiano, me regalo una gorra de esas de lona que se usaban del que para mí se convertiría en el equipo de mi vida el Club Deportivo Los Millonarios (no se porque diablos no tengo fotos, no conservo dicha gorra ni el uniforme Colombiana del 88 que luego mi padre me regalaria en mi 5to cumpleaños).
Continuará (me faltan 20 años)...